Economía

Bullrich adopta modelo bimonetario, similar al de Maduro en Venezuela 2021, marcado por rotundo fracaso

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El Fracaso del Bimonetarismo en Cuba y Venezuela: Un Duro Aprendizaje

El sistema bimonetario, que involucra la coexistencia de una moneda nacional y el dólar, ha sido una estrategia adoptada por países como Cuba y Venezuela, pero su éxito ha sido cuestionable en ambos casos.

Tanto en Cuba como en Venezuela, actualmente operan sistemas bimonetarios que coexisten con sus respectivas monedas nacionales y el dólar estadounidense. Sin embargo, la inflación en ninguno de estos casos ha logrado converger hacia estándares internacionales, y en Venezuela, lamentablemente, la nación se encuentra sumida en una hiperinflación sin precedentes.

Patricia Bullrich, la candidata de la coalición «Juntos por el Cambio», ha presentado una propuesta centrada en la implementación de un sistema «bimonetario» como pieza central de su plan para controlar la inflación, marcando una marcada diferencia con respecto a la dolarización propuesta por el candidato Javier Milei.

Hasta el momento, no se han brindado detalles exhaustivos sobre el alcance y la implementación de este plan. Carlos Melconian, el economista asesor de Bullrich, ha descartado una retirada inmediata de las restricciones cambiarias y ha minimizado el problema de los activos remunerados en el Banco Central. Además, ha evitado entrar en detalles sobre cómo se llevaría a cabo un sistema bimonetario en Argentina, que involucraría una convivencia entre el peso y el dólar.

Sin embargo, en la misma región, podemos encontrar ejemplos de sistemas bimonetarios en Cuba y Venezuela, aunque cabe destacar que estos sistemas no fueron implementados por elección propia de los respectivos gobiernos, sino que fueron una respuesta a la creciente demanda de la población por dolarizar la economía.

En Cuba

Hasta la década de 1980, Cuba funcionaba bajo un estricto régimen de control cambiario, similar al de cualquier otro país socialista. El sistema colapsó definitivamente en los primeros años de la década de 1990, la huída del peso parecía inevitable, y la dictadura se vio obligada a lanzar el “Peso cubano convertible” (CUC) a partir de 1994.

Mediante esta maniobra, se estableció una paridad fija en 1 a 1 entre el CUC y el dólar, y se dispuso la circulación del peso cubano no convertible, el CUC y el dólar al mismo tiempo, pero con una serie de restricciones dependiendo de cada sector en particular y su vinculación con los bienes transables. De esta forma se logró contener la inflación, no sin antes permitir una brutal devaluación inicial.

Pero ese régimen de Convertibilidad se fue resquebrajando con el tiempo. A partir de 2004, el Gobierno decidió imponer un impuesto a la compra de divisas del 10%, y se reprimió estrictamente la circulación del dólar en la isla (aún más que antes). En este sentido, los controles cambiarios perduraron y el “eje” del bimonetarismo fue la paridad fija con el dólar.

Más tarde, en 2011, la dictadura volvió a flexibilizar la circulación del dólar, pero conservando el recargo del 10%. El dictador Miguel Díaz-Canel finalmente eliminó este impuesto con la reforma monetaria de 2021, pero al mismo tiempo anuló la circulación de la moneda convertible.

Ese año, el Banco Central de Cuba rompió la convertibilidad al emitir una sideral cantidad de dinero durante la pandemia, y reforzó nuevamente los controles cambiarios para reprimir la huida del peso no convertible. Esto dio lugar a una brecha cambiaria superior al 70%, y una tasa de inflación fluctuante entre el 30% y el 80% anual.

En Venezuela

El caso venezolano probablemente sea el más extremo de represión financiera. El chavismo intensificó los controles cambiarios desde febrero de 2003, creando oficialmente la Comisión Nacional de Administración de Divisas (CADIVI) para supervisar estrictamente el acceso de los ciudadanos a divisas extranjeras.

Esto dio lugar a dos tipos de cambio en el país, uno oficial y otro paralelo (libre e ilegal). Con el tiempo el sistema se fue complejizando cada vez más, a partir de 2008 se le quitaron 4 ceros a la moneda, y a partir del año 2010 pasaron a regir 3 tipos de cambios diferentes: el oficial regulado, el que correspondía al Sistema Cambiario Alternativo de Divisas, y finalmente el paralelo en el mercado informal.

En el año 2014 el régimen de Nicolás Maduro reformó nuevamente el mercado cambiario, introduciendo múltiples tasas de cambio para diferentes propósitos, incluyendo bienes esenciales, importaciones no prioritarias, viajes al extranjero y transacciones financieras (flotante y legal), y finalmente el dólar paralelo (lo que conoceríamos en Argentina como “dólar blue”).

Esta segmentación de dólar es una idea que promueve Carlos Melconian, el elegido por Patricia Bullrich para que sea su ministro de Economía en caso de llegar a la presidencia. Sin embargo, este sistema quedó pulverizado en Venezuela cuando estalló la hiperinflación.

La paridad oficial se atrasó tanto con respecto a los precios que adquirió valores irrisorios, la mayor parte de las transacciones migraron al dólar paralelo aún pese a las restricciones legales, y la economía entró en la peor depresión de su historia. El sistema cambiario colapsó, y la dictadura venezolana se vio obligada a aceptar dosis crecientes de bimonetarismo legal.

En febrero de 2016, se eliminó el dólar financiero especial y se unificó con el de las importaciones no prioritarias, y en febrero del año 2018 se unificó todo el mercado legal de cambios. En este último año se decretó la anulación de los controles cambiarios para rupias, yuanes, euros y rublos, pero lo que realmente quería la población era el dólar.

En mayo de 2018, el Gobierno flexibilizó los controles para recibir remesas familiares en divisas provenientes del exterior. En el mes de agosto, el Gobierno elimina el control de cambios que había sido instaurado 15 años atrás, y a partir de este punto el país alterna entre períodos con libre flotación cambiaria y períodos con “flotación administrada” en los que interviene el Banco Central.

En octubre del 2021, Maduro anunció oficialmente el “bimonetarismo” en Venezuela, con la introducción del “Bolívar Digital“, que, a pesar de su nombre, no tiene nada que ver con una criptomoneda, sino que flota con mayor libertad en comparación con las anteriores conos monetarios con el dólar.

La nueva moneda le quitó 6 ceros al anterior “Bolívar Soberano“, que de soberano tampoco tenía nada porque fue una moneda hiperinflacionada, que llegó a subir un 3.000.000 %.

El sistema bimonetario aún está vigente hasta el día de hoy, y a pesar de todos los cambios formulados, la tasa de inflación sigue fluctuando entre el 300% y el 400% anual. Los sucesivos programas de estabilización bajo el sistema bimonetario demostraron ser más efectivos que la represión financiera del chavismo tradicional, pero nunca lograron eliminar el problema inflacionario.

Estos casos en Cuba y Venezuela ilustran cómo el sistema bimonetario podrían ser una respuesta a la crisis económica y la pérdida de confianza en la moneda nacional, pero no garantiza la estabilidad ni resuelve la inflación desenfrenada. Es crucial considerar estos desafíos antes de implementar un sistema similar en Argentina.

¡VIVA LA LIBERTAD!

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